Probablemente has escuchado la frase

“Cuidado con lo que deseas, porque se te puede hacer realidad“.

Está bien cuidar lo que deseas, aunque quizás debas cuidar más lo que no deseas, porque eso… también se te puede hacer realidad.  El evento del que te platicaré hoy me hizo recordar eso.

Para el Universo no existe el NO, sólo existe el SI.  Ya sea que estés gritándole al Universo “¡quiero eso!” o le estés gritando “¡No quiero eso!”.  En ambos casos estarás manifestando “eso”, porque como ya lo dije: El NO, no existe.  En ambos casos el Universo escucha SI quiero eso.  Por lo menos con fines prácticos de la manifestación.

Y es que no se trata únicamente de las palabras que utilizas para expresar tus deseos, sino del sentimiento que hay detrás de las palabras que usas.  El Universo no escucha tus palabras, escucha tus intenciones.  Por eso, repetir afirmaciones no necesariamente funciona, si la afirmación sólo te recuerda que hay algo que no tienes en tu vida.

Mucha gente puede expresar con sus palabras que desea algo, pero si detrás de esas palabras hay miedo, frustración, incredulidad o algún sentimiento de escasez, el Universo lo interpretará en un sentido distinto al que quisieras.  Para el Universo estarás diciendo algo como “no creo poder tener esto que quiero”.  Y te dará la razón, demostrándote con tus experiencias, que no puedes tener eso que quieres.

¡A menos que cambies las vibraciones!

La razón por la que menciono este tema es porque hoy tuve una manifestación de algo que durante todo el día deseé intensamente no tener.  En tres ocasiones durante el día tuve experiencias que me hicieron preocuparme de que me fuera a ocurrir algo específico que no deseaba.   Y como el Universo no entiende el NO, a pesar de que las circunstancias parecerían hacer difícil su manifestación, se encargó de entregarme lo que no deseaba.

Fue tan obvia mi responsabilidad sobre esa manifestación que me causó más gracia que decepción.  Como aprendiz de LOA que soy, entiendo que todo lo que manifestamos se debe a la atención/emoción con la que reaccionamos ante ciertos temas, a nuestras creencias o a nuestras vibraciones activas.

Aunque sé que no existe la palabra NO para el Universo, mis patrones de pensamiento y mis miedos me impiden dejar de pensar en mis temores.  Al fin y al cabo, ¡soy sólo un aprendiz de LOA!

Primera llamada: no quiero una grúa

Todo comenzó cuando fui a dejar a nuestro gato con el veterinario para que le cortaran el pelo (si te interesa saber más sobre mi gato lee Manifiesta un gato) .   Mantener peinado y sin nudos el pelo de un gato persa no es algo que contemplamos cuando decidimos comprar al gato, así que un poco de ayuda del veterinario era bienvenida.

El local del veterinario está ubicado en plena avenida, y al igual que la mayoría de los pequeños negocios en México, no cuenta con un estacionamiento para sus clientes.    Eso es un problema, pues en la administración actual del gobierno local pareciera que le pagan buenas comisiones a los policías que andan recogiendo carros estacionados en vías públicas con las grúas, pues son bastante eficientes con su labor.

La clínica veterinaria -una casa adaptada- tiene en el frente una entrada hacia su garage (mismo que se mantiene cerrado a los clientes), así que, ante el temor de que llegara la grúa, pensé que si me estacionaba casi sobre la inclinación de la banqueta, en la entrada de su garage, la grúa no podría llevarse mi auto.   Esta idea que se me ocurrió en ese instante es importante para esta narración, como podrás ver más adelante, pues reflejó un detalle curioso de mi manifestación.

Segunda llamada: me cuido de la grúa

Un par de horas más tarde fui a recoger algunos muebles a la oficina de la cual nos estábamos mudando.  La cual, para variar, no tenía estacionamiento más que en la avenida.  Y, ¡adivinaste! Era una avenida que está prohibida y sobre la cual no es raro que pase la grúa a recoger autos.

Para ponerte en contexto debo decirte que no suelo ir a lugares donde tenga problemas de estacionamiento.  Afortunadamente mi rutina diaria ni siquiera requiere que tenga mucho desplazamiento en automóvil.  Pero, ese día ya había tenido necesidad de ir a dos lugares “de riesgo”, por así decirlo.

Debido a mi particular temor que traía ese día con las grúas, decidí ser precavido y mantenerme arriba del auto, mientras un par de ayudantes subía las cosas que trasladaríamos en mi auto.  No quería ser sorprendido por la grúa.

Tercera llamada: no insistas con la grúa

Unos cinco minutos después de cargar las cosas llegamos a la nueva oficina, donde las descargaríamos.   Pensé en meterme al estacionamiento, debido a mi inusual temor de ese día con las grúas.   Pero, después recapacité, y debido a que eso implicaría un poco más de trabajo para bajar las pocas cosas que llevábamos, decidí estacionarme -por tercera vez en el día- sobre una avenida prohibida, frente al edificio.

Claro que, una vez más, tomé mis precauciones.  Mis vibraciones de miedo por las grúas seguía activo.  Me esperé junto al auto mientras mis colaboradores bajaban las cosas y las subían al piso donde se encuentra nuestra oficina.  De esta forma sería imposible que me sorprendiera la grúa.

Mis ayudantes entraron a la oficina a dejar algunas de las cosas que había transportado, mientras que otras las dejaron casi en la vía donde pasaban los peatones.   Así que pensé: “no pasa nada si muevo estas cosas un par de metros, para evitar el riesgo de que alguien las pueda tomar.  Al cabo estoy alerta y puedo reaccionar rápidamente si llega la grúa”.

Así que tomé las cosas que estaban junto al auto y las acerqué un poco más hacia el edificio, sin alejarme más de tres o cuatro metros de mi auto.

¡Grave error!

Había acelerado tanto mi temor/vibración con las grúas que, cuando regresé de dejar las cosas, de lo cual no había pasado más de un minuto,  ¡adivina!  ¡el auto ya estaba arriba de la tan temida grúa!

¡No podía creerlo!

Mi temor se había cumplido en el único minuto en que me distraje.

Los operadores de la grúa lo hacen parecer un acto de magia.  No necesitan más que unos segundos para enganchar el auto y subirlo.  Justo los segundos que me distraje en ese momento y los cuales aprovecharon ellos, o … aprovechó el Universo para cumplir mi “No deseo“.

No pude hacer nada al respecto, más que pagar la multa, para que no se llevaran el auto al corralón.   Por ley,  una vez que lo subieron a la grúa, por más que discutas con ellos, estás obligado a pagar la multa.   Mi único beneficio de haberme dado cuenta antes de que se lo llevaran, fue ahorrarme el tiempo para ir a recogerlo al corralón, así como  el costo adicional que te cobran por arrastrarlo y por tenerlo unos minutos ahí estacionado.  Como dice el refrán popular: “de los males, el menos peor”

No me quedó de otra más que bromear con el operador por la situación.  Operador que, curiosamente, me recomendó -recuerdan la idea que se me ocurrió cuando fui al veterinario- meterlo un poquito en la entrada al estacionamiento. “De esa forma no nos lo habríamos llevado” – me explicó.  Me hizo la recomendación de lo que justamente se me había ocurrido en la mañana de ese día, cuando comencé a activar la vibración de las grúas.   ¿Casualidad?  ¡No existen las casualidades!

Lo que es más sorprendente del asunto, es que estacioné el auto en una zona llena de restaurantes con autos estacionados sobre la misma avenida.  Probablemente tenía unos diez autos enfrente y atrás del mío.   ¿Cuál era la probabilidad de que escogieran justo el mío?

La respuesta es muy simple: La probabilidad de que se lo llevaran era tan alta como el impulso de mis vibraciones.  Durante todo el día había incrementado mi deseo de que la grúa no se llevara mi auto.  Y, como no existe el NO, el Universo se encargó de responder a mis vibraciones, e hizo todo lo necesario para que los operadores de la grúa, que tenían decenas de autos para escoger, se decidieran por el auto de la persona que probablemente estaba más preocupada de que no se la llevaran.  Persona que, además de todo, estaba al pendiente para que no sucediera eso, y en el único segundo en que se distrajo obtuvo su manifestación.

La suma de las vibraciones

Por si fuera poco, hubo otra manifestación, relacionada con otra vibración que traía activa.   Es de lo más normal que nuestras manifestaciones sean la respuesta a más de una vibración que hemos activado.   Contar ese detalle significa que debo de confesar un pecadillo, pero, espero que me lo perdones porque … soy aprendiz de LOA, no aprendiz de santo 🙂 .

Tres días antes del evento de la grúa, por primera vez en mi vida, me vi forzado a firmar un voucher con la tarjeta de crédito familiar que tenemos a nombre de mi esposa.  Por lo mismo, me vi en la necesidad de practicar su firma en esa ocasión para que no me rechazaran el voucher.  Me convertí en un experto en la firma de mi esposa.

No fue algo que me hiciera sentir cómodo, así que creo que mi incomodidad en aquel momento hizo que activara la vibración de : “no quiero estar firmando vouchers con la tarjeta de mi esposa” . Aún y cuando esa tarjeta la pago con los ingresos de la familia.

Y, ¿Qué es lo que sucede cuando NO deseas algo?  El Universo se hace el sordo y cambia el NO por SI.    En el evento con la grúa, la  única forma de evitar que se llevaran mi auto era pagar la multa ahí mismo, pero sólo se podía hacer pagando con tarjeta de crédito.  Pero, la única tarjeta que traía conmigo era ¡la tarjeta de mi esposa!  Así que, o la pagaba con esa, o en ese momento se llevarían mi auto al corralón, con la pérdida de tiempo y el incremento de la multa que eso representaba.

Afortunadamente para mí, el operador de la grúa me permitió pagar  con la tarjeta de mi esposa.   Sólo me preguntó: “¿Sabe hacer la firma de su esposa?”

¿Valía la pena explicarle el tema de las vibraciones y mi experiencia al respecto?   ¡No me pareció así!  Por lo que me limité a contestarle afirmativamente, con lo que procedimos a liquidar la multa con esa tarjeta, para que la grúa descargara mi auto.

Conclusión: cuidado con lo que no deseas

Tres veces durante el día deseé que la grúa no se llevara mi auto.  Y en la tercera una grúa levantó mi auto, aún y cuando había decenas de autos de donde escoger, y en el único minuto en que me distraje.  Y por si fuera poco, la vibración de no tener que volver a firmar un voucher con la tarjeta de mi esposa también hizo de las suyas en ese mismo instante.

Así que, volviendo a la frase inicial: “Cuidado con lo que deseas, pero también cuidado con lo que no deseas, porque se te puede hacer realidad.”   Recuerda que para el Universo no existe el NO, y no importan las palabras, importan las intenciones y las emociones detrás de las palabras.  Si te preocupa consistentemente que algo te pase, estás incrementando la probabilidad de que te suceda eso, o alguna otra cosa con la misma frecuencia vibratoria.

No es raro manifestar incluso algún malestar físico o enfermedad, para una persona que vive preocupada o insegura.  Así que agradezco que en mi caso se haya limitado en ese momento a la manifestación de la grúa.

Tu mejor inversión

Espero que este artículo te haya servido para recordarte algo que solemos pasar por alto con LOA: creemos que LOA sólo manifiesta las cosas que deseamos. ¡Esto no es así! Toda nuestra realidad es un conjunto de manifestaciones compatibles con las vibraciones que hemos emitido en un momento o en otro, consciente o inconscientemente.   En la mayoría de los casos ni siquiera estamos consciente, por lo que nos cuesta trabajo hacer la correlación entre nuestros pensamientos y nuestras manifestaciones.

Por eso, no hay mejor inversión que mantener la balanza de tus emociones hacia el lado positivo.  Y no olvides que no existe el NO para el Universo.

Espero que esta lección te sirva de algo.  Y no olvides dejarme un saludo u opinión aquí abajo, en los comentarios, para saber que alguien sigue leyendo mis artículos.

Hasta la próxima y felices manifestaciones.

El aprendiz de LOA

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